
Sí, yo lo maté. ¿Acaso no escuchó?. Yo lo maté. Deseaba ver su cara desesperada, suplicando por su vida. Sí, ese era mi deseo y ahora, no importa nada. ¿Desea que relate como sucedió todo?. Para qué, no vale la pena. Era una persona insignificante, no merecía vivir. Quizás, yo tampoco. Bueno si insiste, contaré. Todo comenzó cuando su maldita sonrisa se acercó a mi cara y dijo: “¿quiere cooperar con la fundación?”; ayúdenos, salvamos toda clase de enfermos (que por cierto no lo son) peligrosos para la sociedad. Respondí que no, pero insistió nuevamente. “No le costará nada, es solamente el uno por cierto de sus ganancias más los impuestos. Uno nunca sabe cuando le toca” ¿o no?. Volví a repetir que no me interesaba ayudar, así que dije que se fuera. Quiero un café, por favor, si no es alguna molestia; hace días que no prueba alguno y lo reconozco, soy adicto a la cafeína. Bueno, disculpe por la interrupción. Sí, sí, seguiré contando. Insistió por última vez (por que sería la última en que abriría los ojos). Ayude, por favor, necesitamos de su cooperación para los enfermos; y colocó su mano en la puerta. Para mí, eso era intolerable, era mi casa y espacio. Saqué un “bate” que tenía cerca de la puerta y lo golpee en la nuca. Si opuso resistencia. No. Aclaro de inmediato que cayó completamente inconsciente. Por favor, no me haga más preguntas que interrumpe. ¿O ya no desea escuchar lo sucedido?. Lo arrastré al living, en la alfombra. Recuerdo que medité por un momento que haría con él. Lo primero que se me vino a la mente, fue a cuantas personas habría molestado anteriormente. Cuantas veces interrumpió conversaciones importantes o mayor aún, molestar mientras uno ve una película (única instancia de relajación durante el día). Se me vinieron más ideas a la cabeza, y se me ocurrió algo. Disculpe, pero ¿mi café?. Ah, no lo había visto. Está delicioso. Gracias. Sí, continuaré, no se preocupe. Bueno, para redondear, pensé muchas cosas y actúe rápidamente. Primero, lo amarré bien a una silla, sus manos, pies, cuello y tronco. Despertó y comenzó a suplicar. ¿Ha visto esa cara de terror?, es excitante, emocionante. Gritaba y gritaba. Hice que callara. Comencé a explicar todo el daño que había hecho mucho antes. Recuerdo haber tomado el cuchillo más afilado que tenía. Me aproximé a él, coloqué la punta en su garganta. Hubiera estado presente para ver su cara pálida, temblorosa y sus pantalones mojados. Gritaba y Gritaba, temblaba y rogaba por su vida. ¿Qué fascinante o no?. Murió. Eso fue todo, nada más. Ahora, ¿me puedo ir?. Ir a la cárcel, ¿porqué?. Si solo hice un bien a la sociedad, molestaba mucho. Es injusto. Narre la historia y así me pagan. No entienden nada. ¡Nada!. Suéltenme. ¡Dígales que me suelten!. ¡No hice nada malo!. ¡Nada!. ¡Nada!. ¿Por lo menos déjeme llevar el café?. Muchas gracias.