Tu silueta junto a la mía han tratado de crear nuevas formas de arte, de inspiración carnal.
No es por menos, menos de lo vivido,
en reversiones congeladas, en versos olvidados (o perdidos?)
Ha correspondido descifrar los segundos de respiración,
en toque de queda.
Sin imaginación u oportunidad de sentarme frente a ti, y decir al oído... Decirlo al oído...
Con espasmos, tuerto de miedo,
enjuto y con el rostro pálido, sin sentencias primaverales.
Déjame!... Y proyectas las reflexiones del mañana, en intoxicados fenómenos matutinos,
con placentero deseo desquiciado (no diré nunca más)
Nunca más.
Poseído dentro de las apreciaciones desagradables del pasado, en un juego infinito,
con estupor viseral.
Dime que he hecho yo?, para qué revolcarlo nuevamente?, por qué degustarlo con los dientes?.
Que duele el desafío,
y las agujas penetran los pies,
con manos y colgado, mal herido y en llagas flameantes de oscuridades mundanas.
No soy aquel que pedirá el cielo en la tierra, ni menos los antojadizos desafíos que guardan el ocaso de la eternidad. No son las palabras exactas las que me estremecen, tampoco la desdicha del amor.
Eres tú,
la sinfonía siniestra, detrás de los párpados y por sobre el pensamiento.
Eres tú,
los suspiros ocasionales y las reveladas constelaciones de los dioses.
Señales de advertencia. Sonidos a lo lejos. Guturales elocuencias de la locura. En locura y locuaz. Bajo el pozo y los precipicios húmedos. En golpes y humillaciones contrarias.
Con sabores de mierda!, y con mayores orgasmos sexuales que la virgen!. Qué vergonzoso, en ira e histeria,
bajo las lógicas del futuro secular (o regular?)... Son mis ironías, y mis pecados con los respectivos fantasmas que me rodean...
Deseas seguir con el juego?,
deseas, decirme que es lo sucedido?.
Un balazo, dos por la espalda y tres puñaladas en el corazón...
Plenitud celestial... Ja!, plenitud celestial! (con los diez mandamientos y el casorio sobre el sillón)
Eso era lo que no podías ver?. Lo obvio?, lo certero?... La imagen y semejanza de la razón?...
Mi fenomenología desierta...
Sí, se acabó el tiempo, y los sonidos del pasado retumban a lo lejos... En mil arrepentimientos vanales.
Para qué volver si me he equivocado...
Para qué sigues aquí?... Soportando las vueltas y rastrojos de los secretos que aún movilizan mis manos, mi cuerpo estupefacto...
Estupefacto,
no digas nada, por favor ni siquiera lo pienses.
Es mi regreso triunfal,
reflexiones y reversiones...
Que mala "poesía".