sábado, 23 de febrero de 2008

En Momentos (discontinuidad del espacio)


Un estallido. Un segundo de hiperactividad. Un simple sonido que invita a pasear.
Una razón tras otras. Un infinito incurable, protagónico.
Un momento de relajación.
El fin anunciado. Presenciado. Poseído.
Mi juego de maldad. Mi deseo profundo, perdido... Intacto.
No es más que una simple palabra desdichada. Olvidada.
Es mi rencor profundo, placentero.
Un diablo interior.
De credos revueltos entre acertijos inimaginables, entre el pecado carnal y el origen de lo divino.
Mi risa irónica.
Mis desprecios.
Mi angustia.
Es la distancia que retuerce mis manos, mis uñas. Mi inteligible lenguaje corporal.
Y no es sólo el vacío.
Ni tampoco un destello fulminante.
Es la falta de explicación.
Es la desaparición de todo lo conocido por el alma.
Sencillamente pensamientos vagando entre muertos, cádaveres impávidos... Totalmente devorados.
Por lo visto ya no es Zeus, como tampoco lo será Mefistófeles.
No son las sogas del mañana aumentando la tortura eterna. No es mi pecado original, tampoco el último.
Es un trozo de vacuedad que derriba mitos, que derriba lo poco que va quedando.
Es un frío. Una gota de agua. Una lágrima. Un espacio, universo... Explosión.
Desesperación.
Niños tocando mis llagas profundas. Mis heridas, mis miedos... Mi vejez adelantada, recorrida.
Es mi poca fe. Es la última ocasión de huir.
Mi deliro de pobreza.
Mi cuello degollado.
¿No te lograré comprender?.
Una estrella.
Un precipicio.
Un vuelco mortal.
Una voz celestial.
Es la falta de organicidad. Una resperición más allá del inconciente.
Una emoción.
Claro, un sombrío atardecer.
Un corte superficial.
Mis palabras no valen nada... ¿Y qué importa?.
Te escupo, me rio, y grito y salto de nuevo... Y me arrastro y no puedo con los codos ensangrentados... No puedo con aquello que me hace impuro, que me revienta el cráneo.
Y rio otra vez, y te vuelvo a escupir.
Y me golpeas. Me succionas las tripas.
Me encadenas... Oh no!, por favor no más. te suplico. Lucho ante mi, ante ti.
¡Púdrete!.
Maldición. M-A-L-D-I-C-I-Ó-N.
Malévolo.
Escapo.
LLoro. Y me refugio. Y me escondo. Me oculto.
Es la discontinuidad del espacio.
Es solo un segundo de vida.
Un largo y tortuoso aliento de vida.

4 comentarios:

Matías Irarrázabal dijo...

explosión de emociones

me hace pensar acerca de la liberación de la mente


saludos cordiales

http://asociaciondelbuenescribir.blogspot.com/

Laura dijo...

Gracias por haber comentado..
Tu poesía ha sido fabulosa :-) me ha encantado... Como dice aqui mi querido Mati, que deja huella por todos lados, una explosión de sentimientos, parece que que lo dices todo de un solo golpe.

espero amntener contacto :-D

www.thiswaytoparadise.blogspot.com

Matías Irarrázabal dijo...

gracias por tu comentario

mantengamos el contacto

saludos cordiales

Ana dijo...

a mi me parece bastante oscuro, lleno de contrastes...
Muy bueno por supuesto.

Aferrate con todo a las letras.