domingo, 2 de marzo de 2008

En un rincón, en alguna noche


Ella se acercó con amargura. Él no se había percatado de aquello.
Ella intentaba levantarlo con todas sus fuerzas. Él simplemente no se dejaba. No deseaba ninguna caricia, ningún tipo de compasión.
Ella sentía como la lluvia rebotaba en su cuerpo. Sí, la lluvia actuaba como reflejo de aquella oscura noche.
Él se hundía entre las gotas y el suelo, masticaba la tierra húmeda, sin sabor, sin color.
Ella suplicaba para que la ayudaran. ¡Ayuda!. ¡Ayuda!. Él no escuchaba nada, no sentía nada.
Ella imploraba para que no se alejara. Él tenía el rostro desgastado, resquebrajado, impávido…Él se perdía entre la lluvia y las nubes grises.
Ella dejó caer una lágrima púrpura en sus dedos, en sus manos. Él se movía de un lado para el otro. Ya no suplicaba más. Había perdido el orgullo, la razón.
Ella lo miro fijamente a sus ojos almendrados, rasgados, llenos de amor. Él no veía nada.
Ella gritaba sin parar. Ella no se movía de su lado. Ella, simplemente lo contemplaba.
Él se hundía cada vez más en la tierra húmeda. Él ya no tenía recuerdos, memoria… No tenía nada más. Se había acabado el tiempo, se había rendido.
Ella deseaba recordar los años pasados, deseaba volver hacia atrás. Pero era demasiado tarde.
Él no sentía ningún aroma, color o emoción. Él se desvanecía entre las manos de ella.
Ella levanto su propio rostro hacia la lluvia. La sensación de frío y soledad la inundó.
No había Sol.
No había Luna.
No existían estrellas.
No había nada.
Ella soltó el cuerpo de él. Ya no le quedaban fuerzas.
Él se lo agradecería eternamente. Él solo esperaba quedarse dormido y descansar por siempre y para siempre.
Ella corrió como nunca antes, entre las posas grises, entre los musgos y el césped. Ella lloraba como nunca antes lo había hecho. Ella se consumía con cada gota de lluvia que golpeaba el pavimento.
Él escuchaba los tibios sonidos del ambiente. Sentía las heladas brisas en su cuerpo cansado, pálido, quieto. Él se había caído en el vacío del tiempo y la razón, de las sombras ocultas entre el invierno y el otoño.
Ella no paró de correr.
No dejó de suplicar.
Nunca dejó de querer.
Él percibía como su cuerpo se deformaba, aplastaba su alma. Él perdía toda noción de verdad.
Y no veía árboles.
Y no veía luces.
No la veía.
Ella nuevamente levantó su rostro hacia la lluvia, y sentía como cada gota limpiaba su tristeza.
Ella quiso retroceder el tiempo y volver a los años de diversión y simpatía, de felicidad…
Ella sabía que eso no sucedería. Sabía que era imposible volver atrás.
Volvió a mirar las nubes grises. Y se dio cuenta que no había nada más, que solo esa noche lluviosa, solitaria, oscura.
Él ya no masticaba la tierra húmeda. No sentía los sonidos tibios, las brisas heladas.
La lluvia se había detenido, y ella y él se encontraban abrazados como dos niños perdidos en el horizonte terrenal.

5 comentarios:

ClaudiaCamila dijo...

Dos cosas...todo lo que cuentas tiene dos ejes ...el tiempo veloz y la tristeza aunque aun no se si es sólo tristeza o es melancolía o incluso nostalgia (en esto dudo más, la nostalgía es más pasiva, más lenta y tus escritos van muy de prisa)...te seguiré leyendo cada vez hasta averiguarlo..

saluditos y abracitos licitos...Claudia.

Ana dijo...

Este me gusto.

Y tu blogg es grandioso. Que tengas buena semana.

difusa dijo...

Nada de "barato" en tu POESIA, he disfrutado "hojeando-ojeando" tu blog!

Gracias por el regalo!

Laura dijo...

Hola :-)

jajajaja

Me gusta mucho tu lírica. Retratas el presente a la vez que retratas e pasado.. un pasado bueno, el repsente pierde emocion. No hay amor, no hay cariño...
pasion apagada...

Me encantó

pd: ¿Cuál es tu nombre?

Anónimo dijo...

Siempre me ha gustado como escribes, y esta vez no es la ecepción, sigue escribiendo cada día mejor y esperaré lo prometido....Te AmO MuChO Mi AmOr.
Milenbka ;)